jueves, 23 de diciembre de 2010

¡Es que no me oyes¡

¿A quién no le ha dicho una mujer esta frase alguna vez? Bajo esta frase, se esconde una cuestión lingüística muy interesante. A menudo, solemos confundir, como en el caso del título del post, "oír" y "escuchar". Para ver que ambos términos no son lo mismo, deberíamos acudir a su etimología latina.

"Oír" procede del verbo latino AUDIRE y significa la capacidad de poder percibir sonidos de fuera. Así, podemos percibir un pajáro trinando, el ruido de un coche arrancando, un grito...Como hecho en sí, está en nuestra naturaleza y va de suyo desde el momento en que estamos dotados de orejas y capacidad auditiva.
"Escuchar" procede del verbo latino AUSCULTARE. Fijémonos bien: cuando vamos a un médico, éste se coloca un aparato en los oídos y nos dice que respiremos, es decir, nos ausculta el pecho. En otras palabras: oye con atención lo que está percibiendo para comprenderlo y asimilarlo. He aquí la gran diferencia con "oír".

En resumen, oír es percibir sonidos externos pero escuchar no es sólo esto, sino comprenderlos y asimilarlos con atención. En otras palabras, escuchar equivaldría a "auscultar" lo que dice nuestro interlocutor.

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