jueves, 24 de febrero de 2011

Sobre el lenguaje de los sms...

Tras desarrollar la idea esta misma mañana oyendo el programa que dirige Javier Cárdenas en la emisora "Europa FM", ahora, con más tranquilidad, aprovecho este rato libre para exponer aquí mis pensamientos e ideas a este respecto.

Generalmente, a la gente se le llena la boca para criticar la escritura de los mensajes de móviles: jeroglíficos, galimatías, barbaridades...De tal modo se habla que parece que cuando uno escribe así, está cometiendo un gravísimo delito. Y sin duda alguna, faltar el respeto a la ortografía que tanto tiempo ha costado (y sigue costando) mantener no es una bagatela.
Ahora bien, debemos saber cuándo es realmente un ataque a la ortografía. Si estamos en clase y nuestros alumnos redactan una carta con mil faltas, deben corregirse esos fallos y procurar que no vuelvan a repetirse. ¿A dónde quiero ir con este ejemplo? Al contexto.

El contexto es fundamental en el proceso comunicativo. En primer lugar, la mensajería instantánea no obedece a un ámbito formal (salvo mensajes enviados por compañías o empresas). En segundo lugar, está el ámbito de la confianza y coloquialidad (al igual que cuando hablamos con un amigo, no pronunciamos todo perfectamente o usamos expresiones vulgares). Y en tercer lugar, creo que olvidamos un factor clave: la economía monetaria y lingüística.

En este sentido, cuando escribimos un mensaje, se nos limita a una serie de caracteres y un coste de envío. Ante esto, el "hablante" decide usar todo el espacio del que dispone y aprovechar al máximo el mensaje para no pagar más por tener que enviar otro. Con todo esto, no es de extrañar que al mandar un mensaje a una chica, le digamos: "oye, kdo kntgo aora n l park". En definitiva, no es algo muy distinto a lo que hacían los romanos cuando realizaban las "inscriptiones parietaria" o "graffiti", comiéndose todo tipo de letras para ganar rapidez y evitar que los cogiesen, ni tampoco difiere de la escritura medieval, donde se usaban símbolos para ganar espacio, poder escribir más y no comprar el carísimo papel o papiro.

Así pues, creo que no debe cundir tanto el pánico cuando leamos uno de estos mensajes. Sin embargo, sí debo apostillar algo: lo realmente preocupante es que esa escritura se emplee fuera de los ámbitos, contextos y factores mencionados más arriba. Como buenos hablantes y escritores, debemos saber adaptarnos a los diferentes registros lingüísticos, tanto orales como escriturales.

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