sábado, 20 de febrero de 2010

Anécdotas literarias: el Siglo de Oro español

Cuando hablamos de obras literarias, no podemos olvidar que quienes las escriben son personas como nosotros y que tienen vivencias iguales a las nuestras. Por tanto, debemos abandonar la imagen del escritor rodeado de libros, sin salir, muy serio y formal, e imaginarnos alguien más parecido a nosotros mismos, aunque con mucha excentricidad en algunas ocasiones.

Sabido es por todos los enfrentamientos que tenían los autores españoles en el Siglo de Oro. Curioso fue el enfrentamiento entre Calderón de la Barca y Lope de Vega. Calderón, acompañado de sus hermanos, persiguieron a un actor tras una discusión y acabaron asaltando el Convento de las Trinitarias de Madrid, donde estaba una hija de Lope de Vega. Éste se alteró muchísimo al enterarse de lo sucedido y desde entonces, fue rival y enemigo del buen Calderón de la Barca. De todos modos, tampoco era Lope un modelo de persona civilizada: casada mil veces, habiendo puestos cuernos a muchas mujeres, pidiendo dinero prestado que no devolvía...

Pero si existe algún enfrentamiento famoso en las letras españolas, ése es el de Góngora y Quevedo. Rivales en su modo de hacer poesía ( aunque Quevedo criticase a Góngora por lo elaborado y artificial que era, algunos de sus poemas también pecaban de lo mismo), estos dos autores siempre estuvieron enfrentados, dedicándose poemas en los que se atacaban con fiereza y sin darse cuartel. Por ejemplo, veamos estos dos sonetos:



(De Quev.a Góngora)

Este cíclope, no siciliano,

del microcosmo sí, orbe postrero;

esta antípoda faz, cuyo hemisferio

zona divide en término italiano;

este círculo vivo en todo plano;

este que, siendo solamente cero,

le multiplica y parte por entero

todo buen abaquista veneciano;


el minoculo sí, mas ciego vulto;

el resquicio barbado de melenas;

esta cima del vicio y del insulto;


este, en quien hoy los pedos son sirena

,éste es el culo, en Góngora y en culto,

que un bujarrón le conociera apenas.


(de Góngora a Quevedo)

Anacreonte español, no hay quien os tope,

que no diga con mucha cortesía,

que ya que vuestros pies son de elegía,

que vuestras suavidades son de arrope.


¿No imitaréis al terenciano Lope,

que al de Belerofonte cada día

sobre zuecos de cómica poesía

se calza espuelas y le da un galope?


Con cuidado especial vuestros anteojos

dicen que quieren traducir al griego,

no habiéndolos mirado vuestros ojos.


Prestádselos un rato a mi ojo ciego,

porque a luz saque ciertos versos flojos,

y entenderéis cualquier gregüesco luego

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